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¡Ahí os quedo!

Iba yo a proponer que se creara algún puesto de trabajo como “Guía Turístico”, aunque fuera a tiempo parcial, y habilitar un espacio municipal donde poder recoger información sobre nuestro patrimonio local, tanto el tangible como el intangible; el guía, de paso y si estuviera medianamente formado, acompañaría y guiaría a los visitantes de la villa por todo lo mucho que hay que enseñar, aunque aquellos que deambulamos a diario por entre él –patrimonio- no le demos mucha importancia, que sí que la tiene y mucha.

Esto lo iba a basar en la cantidad de personas que durante el fin de semana largo del 12 de octubre pasado, he visto perdidos y vagando como alma en pena, tal si fueran la “Santa Compaña”, en busca de alguien que le enseñara o le explicara sucintamente nuestras iglesias, dónde está el Museo Etnográfico, el Corral de Comedias

 –¡pobrecito él, que ha quedado para algún mitin político y poco más!-, que les contara la historia del Convento, del Palacio, hoy convertido en Hospedería, del puente Mantible, que les diera un simple tríptico con información, les narrara alguna leyenda urbana de las muchas que existen, etc., etc.; tampoco pretendo que estuviera las 24 horas del día, pero poner en ciertos lugares un número de teléfono con el contacto para poder quedar a una hora y convocar a los visitantes para hacer la visita a todo lo visitable, eso, aparte de no ser gravoso, implicaría tener formadas a unas cuantas personas, dar buena información, tener un servicio al visitante…; sí, pienso que es posible.

También sé que basta que ya se haya propuesto la creación de una Oficina de Turismo por cierto Concejal, cosa que ya hice hace algún tiempo, y que a mí ahora se me encienda la bombilla para proponer esto, seguro que no se vaya a llevar a cabo, es más, posiblemente alguien dirá que esto es una patochada, ¡pues así nos va!; claro como no tenemos paro y además estamos sobrados de recursos…, pues eso al baúl de los recuerdos.

Esto que debería ser iniciativa pública, también se acompaña con el desgano y la falta de iniciativa privada. Estos mismos que deambulaban buscando saber y conocer para alimentar su alma y su espíritu, también tienen necesidad de alimentar el cuerpo. Lo he dicho en alguna otra ocasión, pero no cejaré en mi empeño, a los visitantes les resulta arto difícil calentar el cuerpo; aquellos que están en la hospedería en función de lo contratado,  tienen que salir de ella para rellenar el espacio vacío de sus estómagos, igual que otros viajeros que vienen por otros medios, pues lo tienen complicado; antes hacía mención al patrimonio histórico artístico, pues qué decir del gastronómico; aún a sabiendas que nuestra cocina no es del tipo de grande elaboraciones, sí que lo es de lo que yo llamo “gastronomía de recursos”, que consiste en aprovechar al máximo los pocos recursos que tenemos con una elaboración fácil y sencilla; desde todo lo que da el cerdo, que no es poco, pasando por las cabañas lanar y caprina, acompañándola de legumbres, verduras y todo lo de recolección propia,  que decir de uno de los recursos más común en la mesa garrovillana, la sopa; no conozco lugar donde se hagan sopas de más variedades que aquí: aparte de las que todo el mundo conoce de tomates, aquí las hacemos de patatas, de espárragos, de pimientos, de leche, de habas, de hígado, de bollos…, y la mil forma de elaboración del “peci”, sí eso que se hace frito, en escabeche, en piqué, en mojo…. No me digan que no tenemos recursos para llenar la endorga, lo que falta como ya digo, es iniciativa. Así que el viajero, emulando aquella frase famosa de mi tocayo Julio Cesar: “veni, vidi, vinci”, aquí se cambia por: “vine, vi y me fui”.

Ya me he enrollado en exceso, y es que hablando de mi pueblo y de comer me pierdo, y eso que tengo mis limitaciones, sobre todo en lo referente a las sopas, que hace ya algún tiempo que no me meto una cuchara caliente en la boca por aquello de la celiaquía y mi incompatibilidad con todo lo que sea harina. A lo que iba y sigo:

Que mucha falta hace lo del “guía turístico”, pero me parece que el futuro laboral, por lo menos durante los meses de lluvia lo tenemos asegurado.

Todos hemos oído hablar de Venecia, esa ciudad italiana que está formada por un entramado de islas (118), otros tantos canales y puentes (445) que las unen, conociéndose como la Ciudad de la laguna. Existen otras ciudades que se les conocen también como Venecia; así Annecy es la Venecia Francesa, a Aveiro se le llama la Venecia Portuguesa, Cataluña y por extensión España tiene su Venecia que es Empuriabrava, y cuando llueve Garrovillas de Alconétar se convierte en la “Venecia Extremeña”; así que a la vista de lo difícil que es salir por las calles del pueblo cuando las nubes se ponen a llorar de pena, por haber convertido el pueblo en una inmensa laguna; propongo crear una bolsa de trabajo con gondoleros, poner unas cuantas de paradas en varios puntos del pueblo, habilitando un número de teléfono al estilo de radio taxi para que el personal que lo necesite pueda salir, usando las góndolas, por lo menos a por lo más necesario, el pan nuestro de cada día y alguno que otro a por el “papel”.

Complicado llegar a muchos sitios, pero a la laguna (ya lo dice el nombre) es tarea imposible si se te ocurre salir cuando caen dos gotas; las calles parecen los mismos canales de la Venecia italiana, además de llevar una velocidad endiablada por la pendiente de las mismas, añadido por aquello del nuevo solado que es tal cual bañera de Cleopatra, ya que no drena una gota, a eso le sumamos los escasos, raquíticos y mal colocado sumideros, que más que para recoger el agua están para acumular basura, la cosa se complica, y te pones ¡como una sopa de ajo! –que se me olvidó antes mencionarla cuando hice la relación de sopas-; ¿no podrían haber hecho unos imbornales tan ancho como las calles para disminuir en mayor medida el torrente que se produce? Pero claro la culpa la tendrá la empresa, el arquitecto, el aparejador, la Diputación, la oposición, o el maestro armero, a saber la ocurrencia de turno.

Pero bueno, eso viene bien si se crean las plazas de gondoleros que antes yo proponía y que este alegato solo tenía esa intención. Eso sí permitirme una sugerencia: el famoso “sombrero de gondolero” de paja y con cinta de color, aquí lo vamos a tener que cambiar por un casco de protección, dotarlo de un traje de buzo y hacer alguna inversión más para instalar en las góndolas un techo anti-canalón, porque si peligrosos son las corrientes de agua y los charcos, no te digo nada la vomitera de agua que sueltan esas gárgolas metálicas con cara de dragón, que no sabes uno que es más peligros si morir ahogado o por un traumatismo craneal.

Hay ciertas cosas, muchas, a las que los humanos no podemos poner impedimentos y no debemos de interferir en ellas, son elementos naturales, pero aminorarlos en lugar de agravarlos sí.

Me parece que a la vista de lo ocurrido me voy a retirar a mis aposentos de invierno y vendré cuando el sol luzca por la villa y los ánimos estén algo más templado. Pero no penséis que os abandono, os tendré en mis pensamientos y algunos me tendrán en sus sueños.

¡Ahí os quedo!

 

Julio Saavedra Gutiérrez

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