Cañita, te faltó el amén en tu último mensaje

El patriota de hojalata ignora todo lo ignorable, y así como el pájaro no sabe lo que canta, él jamás ha sabido ninguna cosa referente a sistemas políticos. Tiene ideas confusas, bebidas en una opinión de librtaddigital, en un discurso de Aznar y hasta en una frase inspirada de Federico; tiene, más que ideas, un sentimiento muy vivo de la bondad de las democracias orgánicas y una fe ciega y valerosa como la fe de los mártires, que desafía las polémicas, que desprecia los argumentos y se dispone a gritar y morir, jamás quebrantada ni disuadida. El patriota de hojalata no acierta a comprender que puedan existir opiniones distintas en política: no puede comprender que haya más que una opinión, la suya. De ahí resulta su convencimiento de que los discrepantesl piensan como piensan por interés, siendo todos ellos farsantes hipócritas y egoístas. Para el patriota de hojalata el mayor beneficio que puede hacerse a la humanidad es obligarla por la fuerza a tener la única opinión posible, su opinión de él, que es la más razonable, la más lógica, la más conveniente. No pensar como él piensa es simplemente obra de la astucia o del interés bastardo, de lo cual deduce que todos los que discrepan son unos pillos.

El patriota de hojalata es de una sumisión incondicional a otras personas de más seseras dentro de su realidad, en tales términos, que él no hace sino lo que ellos hacen y dice todo lo que ellos dicen.