Debe ser el único sitio de España, donde en lugar de entregar las llaves el Alcalde de la localidad, ante la felicidad de los que las reciben, es cabreados, tanto que casi hace falta llamar a la Guardia Civil.
La única forma que tiene la empresa de intentar salir por piernas de este pueblo y no volver más, consiste en dejar las llaves en las puertas y que los propietarios entren.
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