Cuando una vida se trunca tan inesperadamente, siempre nos queda el resentimiento de saber qué hubiera pasado en caso de…. Como eso no lo sabremos nunca mi pequeño homenaje a José María con unos cuartetos sueltos del poema Retrato, de Antonio Machado, que en algunos pasajes parecen escrito para nuestro “el chato”. Y que mejor sobrenombre que utilizar el de San Roque.
(…)
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina, pero mi verso brota de manantial sereno; y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina, soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera mi verso, como deja el capitán su espada: famosa por la mano viril que la blandiera, no por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo ¿quien habla solo espera hablar a Dios un día?; mi soliloquio es plática con ese buen amigo que me enseñó el secreto de la filantropía. Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito. A mi trabajo acudo, con mi dinero pago el traje que me cubre y la mansión que habito, el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Y cuando llegue el día del último viaje, y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, me encontraréis a bordo ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar.
Julio Saavedra Gutiérrez
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