Hombres que me escucháis
Dispensar mi gran modestia,
Que yo no tengo carrera
De sabio , ni de poeta.
Soy un triste campesino
Que siempre esta en faena,
Camino tras un arado
De mi yunta borriquera.
Y, cuando mi bestia se cansa
Del trabajo corporal,
Cojo el cuaderno y el lápiz
Y, me pongo a dibujar.
Unos, los saco al día
Y, estos con gran placer,
Lo dedico a una partida
Que no tomáis ni café.
En, el pueblo no se donde,
La provincia, no que cual
Hay una taberna de socios
Circulo de gran amistad.
Hay una mesa citada
Que, de naipes esta prohibida,
Donde se dan riendas sueltas
Unas lenguas corrompidas.
Hablan del pobre y del rico,
De, toda la sociedad,
Del que bebe del que fuma,
Del que entra y del que se va.
Son socios digno de serlo,
Pobres de espíritu y placer,
Que, por no gastarse un duro
No, se juegan “ni el café”.
Y si el conserje tuviera,
Los hijos que mantener,
Con los gastos de estos socios
Barcelona seria con él.
T.P.V.
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