A MI PADRE
Cuantas veces yo te he visto
Sentado bajo la higuera,
Liándote un pitillo
De las verdes tabaqueras.
Cuantas veces yo te he visto
Con la cara llena de rayas
Por el polvo y el sudor
De aquella tierra sagrada.
Cuantas veces yo te he visto
Empuñando la mancera,
Caminar tras de una yunta
En barbechos y sementeras.
Cuantas veces yo te he visto
De un pozo sacar el agua,
Para regar en la huerta
Las plantas que tú sembrabas.
Cuantas veces yo te he visto
En tu lecho suspirar,
Angustiado por el cansancio
Del trabajo corporal.
Cuantas veces te he escuchado
Implorar al Dios del cielo,
Que bendiga tu trabajo
Que era el único consuelo
Para el bien de tu familia
Y toda la humanidad,
Que el trabajo es la herencia
De la patria potestad.
Y pasando los setentas
No pudiendo trabajar,
Solicitaste la ayuda
A la seguridad social.
Donde te fue concedida
Como autónomo labrador,
Trabajador de estos campos
De nuestro suelo español.
Pero un hijo de tu pueblo
Que se daba de cristiano,
Se convirtió en Caín
Para matar a sus hermanos.
Que a veintiséis compañeros
Trabajadores de la villa,
Les quitaron el subsidio
En el pueblo de garrovillas.
Y yo que te sentí llorar
Con un llanto de dolor,
Y entre lagrimas decías
Que delito he hecho yo.
No has cometido ninguno
Hombre honrado sin malicia,
Solo que diste el voto
Al partido socialista.
Pero ya descansas en paz
Bajo la tierra sagrada,
Reposa con tranquilidad
Que no te hizo falta nada.
Porque Dios sabe premiar
A los desventurados,
Y castigar las injusticias
Aunque los tenga a su lado.
T. P. V.
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