Que suene el bombazo anunciador,
que suene la música y dancen las doncellas,
mientras los guerreros empapados en alcholol
preparan el carro para que sus amadas
contemplen su faena de sangre en la plaza,
y así de esta forma cuando llegada la noche
triunfadores cual paladines, distinguidos por sus hazañas,
sean reconocidos y recompensados por las dulces mujeres de este pueblo.
Que suenen fanfarrias y charangas,
que corra la fria cerveza,
que palpite la sangre en las venas
y tiemblen los brazos y las piernas
al paso del minotauro por debajo de las almenas.