Machacar en hierro frío

Nunca fue mi intención que aquello que pregonaba fuera escuchado; aunque sé, que sí era leído, por lo menos esa era la intención. Pero lo de machacar en hierro frío y pregonar en el desierto, corre el riesgo de que la opinión de uno pueda caer en saco roto. No pretendía yo sentar cátedra, pero el derecho a la crítica, a ser posible constructiva, no quisiera perderlo, antes me exilio voluntariamente tanto geográfica como interiormente.

Después de algún tiempo retirado de estas lides a mis cuarteles de invierno, he vuelto a pasear por calles, plazas, plazuelas, “lagunear” y lo que es más importante, hablar con la gente; he sacado algunas conclusiones; unas confesables y otras menos, incluso desde que rondo el pueblo he cogido algún kilo por aquello del ensanchamiento personal al recibir algún elogio por mis escritos y algún reproche por dejar de hacerlo durante este tiempo.

Muchas cosas han pasado y se han hecho desde mi última perorata, unas buenas, otras menos buenas, e incluso algunas, a mí parecer, no muy acertadas.

Las buenas no hace falta que yo las espolee, ya se encargan los hacedores; puedo hacerme eco de lo que corre de boca a oído y es voz populi por los mentideros y comercios locales, me gusta ir a comprar, cuando me mandan, allí donde se chafardea; bien podían otros darse una vuelta por algún que otro comercio y salirse del círculo concéntrico donde habitan, ya que algo parecido fue en otros tiempos más que criticado.

Seguro que alguna de estas críticas han llegado a quien debe de llegar, pero más grave que una falta de previsión o una mala gestión, es el no saber asumir errores, incluso tratar de echar balones fuera responsabilizando a quien no lo es o acudiendo al socorrido “y tú más”.

Nunca hasta hoy me atreví a decir nada sobre la remodelación del pavimento “lagunero”, para gusto los colores, habrá a quien le guste y a quién no. A este respecto y ya después de algún tiempo terminado, sí que puedo decir que ese espacio con cierto frescor en las noches estivales, a causa del nuevo suelo, me parece que le ha hecho subir su temperatura en 3 o 4 grados; me atrevería a decir que las acacias no están tan tupidas como años anteriores, que alguna palmera está antañona y ha cambiado el verde por un cierto color pardo, sus hojas como vergonzosas miran impertérritas al suelo, algún árbol -¿tilo?- de reciente plantación dejará caer sus hojas muertas antes del otoño…. ¿Tiene algo que ver el nuevo pavimento? Yo no lo sé, pero que se haya hecho el cambio y se den estas casualidades me hace pensar que sí. Haré una propuesta que se oye por donde yo deambulo: dotar a La Laguna de un medio para refrescarla, bien a través de sueltas de agua a ras de suelo, tal cual la Plaza Mayor de Cáceres o bien un sistema de microclima por agua vaporizada de esos que se están instalando en multitud de lugares. ¿Será caro? ¿Cómo y quién lo financia? Esas cuestiones habría que estudiarlas y yo soy solo santo patrón, a riesgo de que alguien me lo eche en cara, cosa que me es inverosímil, “usease” indiferente.

De las cuestiones que han dado para escribir un libro este verano (por suerte, por libros no será, esa es de las cosas buenas ocurridas) ha sido la gestión y realización del arreglo de las calles: que si el momento no era el mejor, que si se han acometido muchas y en la misma zona de influencia varias a la vez, que algunas no estaban tan mal como para levantarlas, que si el tiempo de estar intransitables ha sido desmesurado, etc., etc. A este respecto mi opinión coincide con estas planteamientos; incluso diré más: se han tocado calles con cierto tipismo y encuadradas en una zona histórico-artística cuyo pavimento anterior iba más acorde con el entorno, (veremos si no repercute negativamente en algún BIC que algunos llevamos tiempo esperando se conceda) concretamente en la zona de “las nieves” no me parece acertado el cambio, han pavimentado un trozo con una cosa negra que más que embellecer me recuerda a una cremallera, han desaparecido alguna pieza de granito de cierta fachada singular, el pavimento está fatalmente rematado en las calles que confluyen con las modificadas, las arquetas, tapas de registros y remates con las fachadas dejan bastante que desear, todo eso sin contar el perjuicio por la incomodidad de tener que deambular por calles agujereadas como campo de golf en una población con un elevado índice de personas con muletas y bastones, así como imposibilidad de acceder a domicilios y propiedades un tiempo excesivamente largo, y alguna queja que otra que va en función del trastorno particular ocasionado.

Por aquello de la deformación profesional, a mí de las cosas más graves que he observado ha sido la total falta de señalización y de medios para evitar algún que otro accidente e incidente, el riesgo que se ha corrido ha sido excesivamente prolongado a mí entender, los trabajadores de las empresas que han llevado a cabo la realización de los  trabajos están igual que los empleados de la mayor empresa de la localidad, sin EPIs (equipos de protección individuales); lo de las fechas elegidas, no tengo yo conocimiento si se podría haber gestionado antes o después, pero el momento no me resulta de lo más oportuno. ¿Quién es responsable final subsidiario?, alguien debe haber, desde luego el mensajero, NO.

Termino como empezaba, mi derecho a critica es mío; la colaboración, de todos: los sufridores, los ciudadanos; –demasiado han aguantado, esto en otros tiempos hubiera provocado incluso algún encierro-; la responsabilidad, de otros; que cada palo aguante su vela.

Julio Saavedra Gutiérrez