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Los Jiménez: de Garrovillas a Cáceres

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  • Este debate tiene 2 respuestas, 2 mensajes y ha sido actualizado por última vez el hace 10 años, 1 mes por cesar.
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    cesar
    Superadministrador

    Teodoro Jiménez Martín estaba casado con María Paz Durán González y eran naturales de Garrovillas de Alconétar. El era zapatero y sacristán en la iglesia de San Pedro. Vivían en la plaza del Altozano, en una casa grande situada al lado de un pozo, con amplia cocina y un patio en la parte posterior donde había parras y una higuera. El matrimonio fue padre de dos hijos: Florencio y Teodoro .

    Florencio era herrador en una fragua de Garrovillas, sucedió que tuvo un derrame cerebral que le obligó a dejar ese trabajo y a ocuparse desde entonces del cuidado y funcionamiento del casino del pueblo. Florencio estaba casado con Virgilia García y tuvieron tres hijos: José María , Fernando y Florencio .

    Teodoro, por su parte, contrajo matrimonio con María Mercedes Romero , hija de Justo y de Modesta , que se dedicaban a las tareas de la agricultura. María Mercedes era ama de casa y Teodoro, igual que su padre, comenzó en el negocio de zapatero, que compatibilizaba con sus tareas de sacristán en la parroquia de Santa María de la Consolación. En 1938, poco después de casarse, Teodoro y María Mercedes, se trasladaron a vivir a Cáceres porque a Teodoro le surgió la oportunidad de trabajar como sacristán en la iglesia de San Juan y entendió que en la capital habría mejores posibilidades para la educación de sus tres hijos: Julián , María del Socorro y José María .

    Llegados a Cáceres, vivieron en la calle del Postigo, en una casa de tres plantas casi adosada a la muralla, situada en un rinconcito, con tres habitaciones y una cocina. Era entonces la del Postigo una calle muy animada, en la que había muchos vecinos, como el señor José, el Lipidón , que era vigilante de los jardines del parque de Cánovas; Regino , que era talavartero y policía armada; los Cordero Alvarado , que él, don Fermín , era policía, y ella, doña Antolina , era maestra, y tuvieron cinco hijos: Pedro , Antonio , Fermín , Guadalupe y Montaña , todos maestros menos Guadalupe, que era delineante.

     

    El pescado

    En la calle vivían también Alejandro Domínguez , zapatero y cofundador de la Casa del Pueblo; Angel Mellado , que se casó con María , que su padre era funcionario. Angel hacía las garrapiñadas, que luego vendía en la plaza Mayor y que olían tan bien que aquel olor impregnaba toda la plaza y se metía para siempre en tu memoria. En la calle del Postigo había muchos otros vecinos, entre ellos el señor Julián , que era taxista y estaba casado con Martina ; los hermanos Antonio , Agustín , Felipe y Pepe Mariño ; Pilichi ; las Magallaras , que tenían una papelería en Pintores, y el señor Marcial , que era pescadero de Jaime Zaragoza en la pescadería que luego cogieron los Salgado y que estaba muy cerca de San Juan, a un paso de los urinarios públicos.

    En el Postigo residían Angel Tello Montero , que era capitán del Ejército de Tierra, los hermanos Ignacio Pope , Angel , Frutos y Fernando Soler , que tuvo un bar en la plaza; la señora Josefa ; Vicenta , que su marido trabajaba en Correos, o don Vicente Albarrán Murillo , que era maestro y cuyas hijas se casaron con los hijos de los Turégano . Había en la calle una posada, que regentaba la señora Angelita , donde sobre todo vendedores ambulantes arribaban con los burros y las cargas. Hasta allí acudía el marido de La Arroyana , que tenía un carro en el que transportaba el pescado. Al llegar metían los burros dentro y la mercancía la llevaban a la plaza de los Caldereros, junto a Acción Católica, donde a diario instalaban un mercado.

    También disponía de un carrillo el señor Vicente , que vivía en la calle y que cada día iba a Renfe a recoger el pescado y luego lo repartía por todos los puntos de venta de la ciudad. Por el barrio residían igualmente Chevi , El Tato , Eustaquio , y muchos otros.

    Teodoro acudía puntualmente a su cita diaria en la iglesia de San Juan, cuyo párroco era don Elías Serradilla , y don Félix estaba como coadjutor. A don Félix todos lo conocían en Cáceres como fray Taquilla , porque era el que cobraba en el cine del Obispo. Era don Félix un gran fumador y un apasionado de las quinielas. Todas las semanas, Julián, uno de los hijos de Teodoro, acudía al quiosco que había junto a San Juan para validarle el boleto. En la parte superior de ese boleto los del quiosco ponían un sello alargado de tres cuerpos, uno de los cuerpos lo cortaban y se lo quedaba el apostante, el otro se lo llevaba el revisor y el tercero pasaba a control.

    En esos años, Teodoro se ocupaba de la intendencia de la iglesia, presenciaba misas, bautizos o aquellas bodas en las que el fotógrafo se personaba con un platillo rectangular que se sujetaba con un mango cilíndrico. En un extremo del platillo se añadía magnesio, que se prendía con una mecha y que hacía disparar el fogonazo necesario para lograr la fotografía.

    Teodoro dejaba todo listo para que la parafernalia se desarrollara sin incidentes. Igualmente era tarea del sacristán dar aviso a las mujeres de la limpieza, comprobar que los bancos del templo estuvieran debidamente colocados, tocar las campanas, preparar el coro, ordenar casullas, hábitos, estolas, tener el listo el vino, comprar las hostias a las monjitas que estaban detrás de Santa María…

     

    Palacio Episcopal

    Ocurrió que en esa época, el padre de Teodoro había enviudado de María Paz y se había trasladado también a Cáceres donde ejercía como sacristán en Santa María. Cuando murió Teodoro, el obispado confió en su hijo para tal dedicación y toda la familia se trasladó a vivir al Palacio Episcopal porque la costumbre era que el sacristán de Santa María residiera en la parte baja del palacio.

    Allí fueron buenos tiempos para los Jiménez. Ocupaban una vivienda de tres habitaciones, comedor y cocina. Teodoro se encargaba del mantenimiento de todas las oficinas episcopales en aquel palacio donde vivía el obispo Manuel Llopis Ivorra , que procedente de Valencia llegó a Cáceres una tarde de 18 de junio de 1950 y lo hizo bajo arcos de triunfo y en medio de delirantes ovaciones a lo largo de un trayecto que inició en la Cruz y 

    acabó en Santa María. Llopis era, en realidad, un economista sensacional, que promovió la Asociación Benéfica Constructora Virgen de Guadalupe y que en 1955 hizo las casas del Carneril.

    Por eso no es de extrañar que Cáceres quiera mucho a Llopis porque revolucionó la ciudad y era un señor muy moderno. Cuentan que un día llegaron unos empresarios que habían montado en Mérida un local de alterne. Querían probar suerte en Cáceres y acudieron a las autoridades para implantarse cerca del CIR, donde las chimeneas. Dicen que convencieron al obispo para que no metiera mucho ruido. Así que El Tabarín abrió, Pedro Cámara , músico de Alcuéscar, tocaba allí todas las noches el saxo y, claro, fue un exitazo.

    Llopis Ivorra trataba a los hijos de Teodoro como si fueran sus hijos porque monseñor era agradable, muy atento para todo y organizaba montones de actos, un hombre que, indudablemente, promovió una auténtica transformación en Cáceres.

     

    Los colegios

    En ese ambiente se crió Julián, uno de los tres hijos de Teodoro y María Mercedes, que acudió a los colegios de Cristo Rey, a la escuela de don Vicente Marrón y a los franciscanos con el padre Pedro . Luego se matriculó en Formación Profesional, en la Escuela de Artes y Oficios que estaba en Primo de Rivera. Allí, el primer año estudiabas Carpintería, Mecánica, Electricidad y Forja, hasta que en los tres siguientes te decantabas por una especialidad con la intención de aprender un oficio. Julián optó por el módulo de Electricidad.

    Salió de esa escuela a los 16 años porque eran tiempos duros y era necesario encontrar un trabajo para aportar dinero en casa. Así que Julián entró en la famosísima pastelería Lyria, que llevaba el señor Pastor y que estaba en la calle Donoso Cortés. En Lyria trabajó de siempre como empleada María . También trabajaban allí Manolo y Claudio , que era el maestro y que hacía unos caramelos para chuparse los dedos. En Lyria se preparaban bambas, trabucos, riquísimas raspaduras y deliciosos polos de mantecado y coco que se vendían en cantidades industriales, especialmente los fines de semana, porque era costumbre entonces en muchos hogares cacereños comprar pasteles los sábados y los domingos, de manera que había muchos encargos y se hacían hasta repartos a domicilio.

    Pastor era un forofo de los toros. Cuando toreaba Curro siempre subía a casa de sus vecinos, los Corrales , para ver la faena por televisión. Si por el balcón veía llegar a algún cliente, decía el bueno de Pastor: «Se espere usted un momentino , que ya va a matar Curro», y el cliente esperaba paciente a que el señor Pastor terminara de ver la hazaña del Faraón de Camas.

     

    El edén

    Era Lyria una pastelería con mucho encanto, con un escaparate pequeñito, un mostrador, tres sillas bajas de formica, una trastienda… un edén dulce cuyas delicias salían del horno que Pastor tenía por la Clavellina, antes de que se hiciera la Caja de Ahorros. En esa pastelería Julián entró como aprendiz y salió dos años después como ayudante.

    Sucedió que a la edad de 14 años, el señor Lipidón, su vecino del barrio, le llamó y le pidió que le ayudara a sintonizar emisoras de su aparato de radio. Hacía poco que el señor Lipidón le había regalado a su hija un transistor porque su hija, impedida, no salía a la calle y solo la sección de Discos Dedicados de un programa local le hacía olvidar la desgracia de su enfermedad.

     

    El transistor

    Julián siempre había sentido fascinación por los aparatos de radio, los veía en los escaparates y se quedaba embelesado contemplando aquella maquinaria, preguntándose cuán prodigioso milagro hacía posible que esos aparatos emitieran sonido. Ante la petición de Lipidón, Julián saldó su desconocimiento técnico leyéndose de cabo a rabo las instrucciones del transistor de Lipidón que, en realidad, lo que quería no era más que sintonizar Radio Pirenaica. No era consciente en ese momento Julián que la petición de Lipidón acabaría cambiando el ritmo de su vida porque con ella fue fraguándose el inusitado interés de Julián por las ondas, que culminó un día en el Palacio Episcopal, cuando mientras leía un periódico, se percató del siguiente anuncio: «Estudie radio en Radio Maymó».

    Radio Maymó era una escuela de radio cuya enseñanza presencial inició en 1931 don Fernando Maymó en un Principal de la calle Alta de San Pedro, en Barcelona. Con el paso del tiempo la enseñanza también podía hacerse a distancia, de modo que Julián se hizo repartidor de pasteles de Lyria los fines de semana y a medida que adquiría conocimientos arreglaba o montaba aparatos de radio a sus vecinos. Con todo, obtenía el dinero necesario para costearse el curso.

    Otra de las curiosas aficiones de Julián era leer el Boletín Oficial del Estado. Le atraía su forma de redactar tan inusual y así fue como a finales de 1958, en una de aquellas lecturas, descubrió un anuncio en el que pedían especialistas en Comunicación para la Marina. Hizo la solicitud y el 10 de enero de 1959 ingresó en el Cuartel de Instrucción de Marinería de San Fernando, en Cádiz, y de ahí pasó a la Escuela de Transmisiones y Electricidad de la Armada en Vigo, estuvo en Cartagena, en Porto Pi (Palma de Mallorca) después, hasta que se licenció. Trabajó en la Hispano Olivetti en Vic, donde conoció a su mujer, la cordobesa Carmen Jiménez Muñoz , aunque su carrera profesional la desarrolló durante 30 años en el servicio de Seat, en Barcelona.

    Padre de tres hijos, David , Javier y Jorge , y de dos nietos, Iker y Dana , Julián reside en La Llagosta. Sus hermanos, José María vive en Granollers y María del Socorro, en Ripoll (Girona), pero no olvida Julián su llegada de Garrovillas a la calle del Postigo, ni a aquel vecino, Lipidón, que ávido por escuchar Radio Pirenaica, cambió sin quererlo y para siempre la vida de aquel joven repartidor de pasteles en la inolvidable Lyria.

    Fuente: http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/caceres/jimenez-garrovillas-caceres_787180.html

    #108957

    Hola Cesar, soy Julian Jimenez autor de la entrevista para «Caceres todo un placer». Hijo de Teodoro Jimenez y nieto de Domiciano Jimenez,  ambos Sacristanes de las Iglesias de Santa Maria y San Pèdro de Garrovillas antes de su marcha a Caceres haya por los años 1939

    En primer lugar gracias por  hacerte eco de la noticia, que segun llamadas de la familia ha corrido como la polvora por el pueblo.

    Tengo que leerme bien el contenido porque contiene varias imprecisiones  y ordenarlo cronologicamente que no lo esta, pero en fin, fue una cosa rapida y no premeditada ni pormenorizada y de ahí estas deficiencias. No tuve conocimiento de como quedaria el articulo ni de cuando seria publicado.

    Me entere el domingo por la noche por un e-mail de mi buen amigo Pedro Cordero Alvarado, Heraldista extremeño de gran reputacion, que lo habia leido en el  Periodico de Extremadura.

    Un cordial saludo para todos los Garrovillanos.

     

    #108958
    cesar
    Superadministrador

     Sr Juian un placer para mi haberlo complacido con mi pequeño trabajo realizado enlazando aqui la mencionada noticia , es una de las maneras que tengo de estar conectado con el pueblo viviendo tan lejos y para lo que necesite aqui estamos , reciba un cordial saludo

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