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Pregon de los toros San Roque 2007

Este año el pregonero ha sido D. Antonio Luis Rol Benito, aunque nacido en Cáceres, bien puede ser nombrado como hijo de Garrovillas de Alconetar, pues el interés que ha mostrado por nuestro pueblo lo hace merecedor y de eso queda constancia con el trabajo de su libro «Un pasado cercano 1480-1604 Garrovillas de Alconetar». asi como en el pregón de este año.

 

 

Portada del Libro.

 

PREGÓN DE LAS FIESTAS DE SAN ROQUE, 2007

GARROVILLAS DE ALCONÉTAR

 

 

Julio, un día cualquiera por la mañana, suena el teléfono y, desde el otro lado, se me pregunta si puedo ser el pregonero de las fiestas de San Roque de Garrovillas de Alconétar. La pregunta me dejó en un estado al mismo tiempo reflexivo y satisfecho; desde luego mi respuesta fue positiva, como se puede comprobar. La satisfacción proviene del honor que supone la propia elección de pregonero, que viene a continuar una ya larga relación simbiótica entre este pueblo y quien les habla; mientras que mi sentimiento de reflexión tiene que ver más con la responsabilidad que lleva inherente esta calidad de pregonero, agravada si esto es posible por la buena relación de la que les hablo.

 

Hace ya cuatro años que llegué por primera vez a Garrovillas, y como buena parte de las grandes cosas que suceden en la vida, mi visita a este pueblo la motivaba la casualidad: un trabajo de investigación en la universidad. Recuerdo que mis primeros pasos por el pueblo me llevaron, de nuevo por casualidad, hasta la plaza donde hoy nos hemos reunido, que me impresionó profundamente: la larga sucesión de arquerías en dos pisos, cada frente diferente pero guardando una notable sensación de unidad encoge el alma a cualquiera que la visite. No es necesario más que un mínimo de sensibilidad para percibir en este bello monumento que Garrovillas no fue un pueblo más: se percibe una indudable monumentalidad, en los arcos que subsisten en las entradas de la plaza, especialmente el de la calle Mendos, la enorme extensión de la misma, la figura majestuosa del palacio y la no menos solemne geometría de la iglesia de San Pedro. Esta plaza, y por extensión este pueblo, acogía eventos fuera de lo habitual, de una magnitud infrecuente, así lo pensé nada más pisar por primera vez el suelo de Garrovillas, impresión que quedó ampliamente confirmada tras visitar repetidamente lugares como Altagracia, el convento de San Antonio, la iglesia de Santa María, muchas de sus calles y aún muchos lugares menos visitados pero no por ello sin interés, como los molinos del arroyo Morisco. No tengan duda, Garrovillas de Alconétar es un lugar especial, y no permitan que nadie, por fuerza de la costumbre o la convivencia continuada, deje de valorar en toda su extensión y grandeza los elementos más significativos de este pueblo, que constituyen además sus más destacadas señas de identidad.

 

Y esto es lo primero que Garrovillas significó para mí, una ventana privilegiada al pasado, que colmaba todas mis inquietudes de conocimiento. Al entrar en los fondos del archivo municipal, la ventana se convirtió en un mirador tan amplio que es preciso su observación pormenorizada; lo que hoy se sabe del pasado de este pueblo no es más que una pequeña parte de lo que se puede llegar a saber, y considero precisa la continuación de la tarea.

 

Sin embargo, no quiero hablar sólo del pasado de Garrovillas, pues muchos de sus actuales habitantes me han demostrado que su presente es igualmente valioso. La palabra rural, que viene a denominar el estilo de vida de las personas que residen en los pueblos, tiene hoy nuevos significados que ofrecen una visión que nada tiene que ver con los conocidos tópicos. Rural significa hoy calidad de vida, tranquilidad alejada del bullicio urbano y, cada vez más, oportunidades para el desarrollo, en todas las acepciones posibles de esta palabra para los habitantes de los pueblos. Y de todo ello encuentro en Garrovillas un ejemplo paradigmático. Evidentemente hay margen de mejora –y dónde no-, pero yo tengo confianza en la capacidad de los habitantes de este pueblo en la continua búsqueda de un mayor bienestar.

 

 

Mucho me atrae el pasado de Garrovillas y sus monumentos, no parece necesario insistir en ello. Pero más si cabe me gusta la acogida que he tenido en este pueblo, las enormes y constantes facilidades que he recibido para conocer a nuevas personas con las que hoy guardo una excelente relación de amistad. Lo digo y lo repetiré cuantas veces sea necesario: lo mejor de Garrovillas está en sus habitantes, en los garrovillanos, o mejor dicho en los “garrovillanus”. Yo aquí no puedo hablar más que de gente honesta y hospitalaria, dispuesta a ayudar y a tener una conversación agradable. Gente, en fin, con facilidad para entender la vida desde sus aspectos más positivos y optimistas. No es difícil ser invitado a compartir vaso y comida, en un establecimiento hostelero o en una casa particular, razón por la cual no me extraña que las fiestas de este pueblo sean, un año tras otro, un rotundo éxito. “El pueblo se transforma”, me comentaba recientemente un garrovillano, y es cierto. Cuesta trabajo encontrar a alguien que no cuente una divertida anécdota que tuvo lugar en cierta ocasión que se acercó a los toros de Garrovillas; es difícil que no se haya oído hablar de las fiestas de agosto en Garrovillas.

Porque si hoy estamos aquí es para dar comienzo a las fiestas. Los toros, que se celebran al menos desde principios del siglo XVI, constituyen el momento culminante, pero no es la única actividad que tendrá lugar estos días. Permítanme pedirles que se diviertan, que disfruten y aprovechen con intensidad estos días, o al menos esto es sinceramente lo que yo les deseo: que estas fiestas sean, como siempre, algo digno de ser recordado.

 

Que si me gustaría ser pregonero de las fiestas de San Roque, me preguntaba una voz al otro lado del teléfono hace hoy aproximadamente un mes. Por supuesto que sí, cómo no. En realidad llevo mucho tiempo haciendo de pregonero de este pueblo, hablando de sus excelencias, tanto que muchas personas creen que soy de aquí, que de aquí proviene mi familia, y ponen cara de sorpresa cuando les cuento cómo llegué al pueblo; lo cierto es que, con permiso de quienes hoy me escuchan, me siento garrovillano. En todo caso, agradezco al Ayuntamiento la oportunidad, e insisto, el honor, que supone para mí este pregón de responder, al menos en parte, a la inmejorable acogida que he tenido en Garrovillas de Alconétar.

 

Buenas noches y muchas gracias.

 

 

 

Antonio Luís Rol Benito

 

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