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Una época preocupante II

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liberal
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«CUANDO se escucha y lee de la crisis de Europa con esa angustia e histeria hoy tan frecuentes, conviene recordar lo que fueron crisis europeas de verdad. Cuando andan algunos tan ligeros hablando del hundimiento de Europa, de la catástrofe, del IV Reich, del fracaso de la UE y otras majaderías, dan siempre ganas de recomendar la lectura de un par de capítulos de «Tormenta de acero» de Ernst Jünger. Para que sepan algunos lo que es una generación perdida y lo que es la miseria. Y lo que es el miedo y el horror que es capaz de sentir el ser humano. Alguna vez recordé aquí los campos de batalla del Somme y de Verdun para quienes en serio pretenden que lo que nos pasa hoy es lo peor imaginable. Pero nos podemos venir más cerca en el tiempo. A los años en los que las dos ideologías redentoras, el nazismo y fascismo por un lado y el comunismo por el otro, segaron millones de vidas. Es muy alarmante que esas dos ideologías totalitarias, que nunca han gobernado sin el crimen, vuelvan a estar de moda en algunos rincones de Europa. Es triste que los griegos tomaran este pasado domingo una vez más la decisión de hacerse daño en su infantil intento de desafiar a Europa y al mundo. Y que comunistas y nazis tengan una presencia masiva en un parlamento es un síntoma dramático de la descomposición interna de la democracia. Estas fuerzas siempre van a los parlamentos a destruirlos a poco que se les deje. En los años treinta lo lograron en gran parte de Europa. Porque unos les dejaron y otros les auparon. Aquí en España hace unos días un comunista fue al Parlamento andaluz a jurar el cargo y lo que hizo fue anunciar su voluntad de hacer todo lo posible por destruir el sistema que le permite acceder al escaño. Que aun así, ese parlamentario pudiera ocupar su escaño, y no fuera expulsado por su ofensa al sistema democrático, es muy significativo. Revela lo poco que ya respetamos unas formas que son imprescindibles como parte del fondo. Y que allí todos los parlamentarios se rieran de sus ridículas pero ofensivas palabras demuestra que el resto de la cámara tampoco se exige a sí misma el respeto que la institución merece. Pero el hecho que a la postre lleva a muchos votantes a elegir como sus representantes a los más radicales enemigos de la libertad, es el discurso anti emancipador de tantas fuerzas en Europa. Que atizan el miedo y las soluciones propias de la intervención. Es la constante tormenta de acero de la fobia antiliberal. El bombardeo sistemático desde una izquierda democrática del mensaje de la intervención protectora de un estado omnipotente sólo nutre a los mejores antiliberales que son los comunistas y los nazis. Son los que prometen fórmulas que desactivarán, nadie sabe cómo, la necesidad de Europa de competir con el resto del mundo. Los que prometen neutralizar la globalización y por arte de birlibirloque mantener —sin financiación posible— un estado de beneficencia general. Es la histeria antiliberal la que genera esos monstruos comunistas y nazis. Ni el neonazi griego ni Le Pen podrán como «echar a todos los extranjeros de mi patria». Y los comunistas griegos y andaluces no podrán acabar con los ricos, aunque como siempre multiplicarán a los pobres. Pero el mensaje peligroso que nutre al extremismo, es el que infunde angustia en Europa, miedo a la libertad y al futuro en la sociedad abierta. Y pretende que los europeos podrán vivir en este siglo ignorando al resto del mundo, si se entregan a un estado omnipotente.» Hermann Tertsch Está claro que el sistema está mal y hay que mejorarlo, pero pienso en él como en una habitación en la que se han fundido varias luces. Muchas de las propuestas que escucho suponen abandonarla y pasar a una habitación a oscuras, en la que no sabemos lo que hay y, si decidimos entrar, podemos llevarnos una sorpresa desagradable.Mi recomendación: leer. Enterarse de lo que han supuesto, no hace tanto tiempo, los saltos al vacío que con tanta alegría se proponen hoy. Y no dejarnos llevar por cualquier loco que proponga remedios milagrosos, porque, al fin y a la postre, como decía mi abuelo, «América lleva ya muchos años descubierta».

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