siempre es conmovedor el ocaso
por indigente o charro que sea,
pero mas conmovedor todavia
es aquel brillo desesperado y final
que herrumbra la llanura
cuando el sol ultimo se ha hundido.
Nos duele sostener esa luz tirante y distinta,
esa alucinacion que impone al espacio
el unanime miedo a la sombra
y que cesa de golpe
cuando notamos su falsía,
como cesan los sueños
cuando sabemos que soñamos.
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