Estábamos hablando del respeto a los demás, como merecerlo y hacerse respetar, cuando irrumpe este señor oliendo a azufre, seguramente lo trae el impregnado y no se ha dao cuenta, pues que yo recuerde en cierta conversación sobre la semana trágica de Barcelona, el justificaba el asesinato y violación de inocentes por venganza, como si a alguien se le ocurriese justificar al individuo que la semana pasada degolló a una niña en Ceuta por vengarse de su madre.
“Huele a azufre”, es una frase que pronuncio en naciones unidas un gobernante elegido “democraticamente” en un país rico donde todos son iguales y no hay injusticias sociales, buen maestro.
Según el tertuliano huele a azufre la razón, las madres y los hijos huelen a azufre, porque piden justicia en contra de los chulos desafiantes, crecidos por el riego de libertinaje que le han echado los buenazos. Huele a azufre, ignorar la impotencia y frustración que produce semejante injusticia y no entender porque se nos arrebata la liberdad con las balas. Huele a azufre cuando se quieren reavivar heridas ya cerradas producidas por la venganza. El 18 de julio de 1938 olía a azufre cuando el presidente Azaña desde Barcelona, se dirigió a la nación impotente y frustrado viendo como la sin razón destruía todo.
Los hay que huelen a azufre y los hay que huelen a cagado son esos mismo que hoy, solo respetan a quien les infunde miedo, esos valientes que ningunean el dolor de los que sufren la muerte absurda de los suyos, por quienes solo entienden la razón de las balas y las bombas. Huelen a azufre los que hablan así, tan lejos del dolor de los demás.
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