Cuenta mi amigo Juan que un conocido suyo, Don Pantuflo Zapatilla, ha tenido que cambiar la depuradora de la piscina que tiene en su cortijo. Me dice que le ha costado mucho tomar la decisión ya que está más tieso que la mojama aunque no lo parezca porque es de los de aparentar.El aparato llevaba dando problemas casi desde que se hizo la piscina pero entre chusca y chusca se ha apañado hasta ahora. Este año cuando don Pantuflo quiso ponerla en marcha el chisme se negó a cumplir, con sumisión, su misión. Don Pantuflo dijo basta y decidió cambiar el aparato por uno nuevo e hizo las gestiones necesarias con una empresa del ramo. Poco tiempo después le avisaron que habían encontrado una adecuada al volumen de agua a depurar y que podían instalarla de inmediato.Para entonces, Don Pantuflo, apremiado por una ola de calor muy madrugadora, se había hecho otros cálculos y había decidido que quizás con unos trozos de cinta americana y cuatro grapas podría alargarle la vida útil al aparatejo y, en consecuencia, declinó comprar la nueva. Al primer intento de poner en marcha la maqueada depuradora se hizo evidente que la cinta y las grapas no eran la solución con lo que don Pantuflo volvió a la idea de poner una nueva y contactó de nuevo con la empresa vendedora. Tuvo suerte y encontró una adecuada aunque algo más cara debido, dice mi amigo Juan, a los trajines del aparato y sobre todo a la torticera gestión del señor Zapatilla.Hace dos días llegó por fin la depuradora que tuvo que salvar un último obstáculo. Al parecer por los agobios consecuencia de la desidia y falta de previsión a don Pantuflo se le olvidó contrastar las dimensiones del aparato con las de la puerta de entrada del habitáculo que lo aloja. Se quitó el marco y se picó un poco con un martillo compresor y por fin, casi al doble de precio, se solucionó el problema ¿de manera definitiva?.Dice mi amigo que don Pantuflo está apesadumbrado porque una vez más constata las consecuencias de sus torpezas.
Lo anterior es pura ficción y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
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