Última de la temporada

Gracias kupiu

Yo la verdad que cada día entiendo menos de estas cosas que nos ha traído la informática. Antiguamente se decía que “las armas las carga el diablo” ahora posiblemente haya otras armas más sofisticadas, pero lo que sí me parece a mí que lo hay son más diablos. Digo todo esto porque este mundo de internet  y de las redes sociales es algo que me rebasa; ¿será qué siempre llevo las anteojeras puestas y no veo nada más que en una dirección?,  posiblemente.

Viene todo esto a colación de algo que yo escribo aquí y alguien me contesta en otro lugar, al que yo no puedo acceder, entre otras cuestiones por prescripción facultativa. Después esa contestación la pone aquí alguien que se hace llamar Facundu (por cierto buenos frutos secos) y aquel que no quería escribir aquí de golpe y porrazo ¡zas! por arte de birlibirloque ¡ya estamos todos juntitos!

Primero quiero agradecer a Kupiu su capacidad de síntesis, no se puede decir ni mejor ni tanto en tan pocas palabras. Segundo el que nos haga partícipe de cosas que como si fuera una meiga nos haga llegar aquí, donde el que quiera puede hacerlo sin intermediario. Tercero por desvelarnos algún que otro sobrenombre desde el que se vilipendió a diestra y siniestra con un único objetivo, la autocomplacencia.

También Kupiu quiero encargarte un favor, que se lo agradezca a quien ha tenido un poco de tiempo para dedicarlo a mí, a alguien tan insignificante y que además tengo un desconocimiento total de asuntos tan importante como es la administración y gestión de la cosa pública. ¡Esto me ha llegado al alma!, con las cosas tan importante que algunas personas tienen que hacer debido a sus múltiples responsabilidades sociales y laborales, y que hayan perdido unos minutos de su tiempo en tenerme en su pensamiento, me alaga en sumo.

Por último quiero reconocer que he pecado; pongo la imagen y el nombre del patrón de mi pueblo para aprovechándome de su bondad escribir cosas mundanas. Uso La Plaza para a través de ese distintivo reivindicar lo que ella se merece, incluso he estado haciendo lo que en algún momento mis responsabilidades, adquiridas voluntariamente y sin ánimo de lucro alguno, me exigían, como era el intentar conseguir la catalogación que le corresponde, pendiente aún de quienes administran esas gestiones. También, la mayoría de las veces, suelo aparecer como “Saavedra”, apellido que me honro en llevar muy a gala.

Pero ya sea San Roque, La Plaza o Saavedra, siempre, salvo algún error u olvido, en mis escritos, al pie suele aparecer Julio Saavedra Gutiérrez  para más señas. Si bien es cierto que aunque esto lo obviara no engañaría ni “al que asó la manteca”; no está entre mis objetivos el de engañar; puede que sea un poco –mucho- quisquilloso, e incluso como me cuenta Facundu, que alguien dice, que lleve las anteojeras puestas, nunca me han dolido prendas criticar gestiones, ni ahora ni nunca, y en un futuro tampoco y seguiré publicando lo que me parezca bajo el identificativo que quiera pero siempre poniendo al pie:

Julio Saavedra Gutiérrez

P.D. También siempre estuve bajo las mismas siglas, otros, Facundu nos podría sacar de duda. Del arte de Cúchare me informaré algo y empezaré por el primer tomo del Cossio.

Mi derecho es mío

Si más quieres callarme

más alzaré  yo mi voz,

si más quieres enseñarme

más aprender quiero yo.

Si busca en mi quimera

yo, más paz en mi tendré,

si más quieres mi mudez

yo, más diáfano hablaré.

Pero no por ello cederé

a mi libertad ganada,

ni tampoco asentiré

a voces exageradas.

Quiero decir lo que pienso

ver volar mi sentimiento,

quiero decir lo que siento

aún si me falta el aliento.

Mi derecho es mi derecho

y bien que lo he ganado,

si tu quieres que lo pierda

de derecho estoy sobrado.

Julio Saavedra Gutiérrez

Mayo 2015