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Transcripción del escrito de un vecino de Garrovillas sobre la recuperación de la fiesta de San Blas. Garrovillas, 4 de febrero de 1954

» Resurgir de la Fiesta de San Blas. Y por hoy se quiere por los garrovillanos, lo que antaño fuera motivo de sano regocijo y solaz de espíritu por honra a un Santo a quien tanta devoción tuvieran nuestros antepasados, surgión – con naturalidad -, la idea de volver a los tiempos en que la romería a la Ermita de San Blas, muy próxima a la Villa, era la fiesta local por excelencia fuera de los patronazgos de San Roque y la Virgen de Altagracia.

Y se constituyó la Hermandad como primer paso para llevar a efecto la obra. Y surgido el espíritu de hermandad, la fiesta ha pasado este año a ser promesa de una realidad que supere, a ser posible, la excelencias de la fiesta allá en el pasado.

Misa solemne, en que el gran templo que es la Iglesia parroquial de San Pedro Apóstol se vio colmado de fieles; procesión del Santo en la que, la iniciativa de una jóvenes, avisan lo que será la romería del mañana en que pueda marcharse al Ermita reconstruida, en carreta engalanada o caballo enjaezado. Cubren su cabeza con la antigua mantilla de fajón – terciopelo y raso negro con vueltas rosas -, y, su cuerpo con el típico traje de serranía en que el bordado sobre enaguas encarnadas, verdes o amarillas y sobre las faltriqueras, mandiles y jubones de raso negro, hacen juego multicolor con los pañuelos de pecho y la orfebrería que cuelga de sus orejas y cuello y que remata en la Cruz de la afiligranada gargantilla.

Y no fue suficiente lo gélido y ventoso del día, para impedir la salida de la procesión que hizo su recorrido entre vítores del pueblo a su Santo y tronar de cohetes en su honor. Y satisfecho el estómago con el clásico buche, la fiesta pasó a ser profana, luciendo la mujer con su atavío, tanto en el paseo público, pese a la inclemencia del tiempo, como en los bailes y demás espectáculos que hoy culminarán en la novillada en que la generosidad de unos diestros extremeños, harán que la Hermandad comience la recogida de limosnas con que reconstruir la Ermita. Y porque los del pueblo saben sentir, uno del pueblo lo tradujo en este soneto en que los versos, si bien no son medidos, no dejan de ser sentidos a su manera.

Aún no fue el hoy ayer, pero la Villa quiso volver a ser cual fue en su día y añoró de San Blas la romería que diera en tiempos fama a Garrovillas. La evocó juventud, con su mantilla de fajón y su rica serranía en la que a su bordado y pedrería preside, con la Cruz, la gargantilla. Ella fue, en procesión, el camafeo; y nota de color en el paseo; y en los toros la reina de la fiesta. Por ello fue la fiesta alegre y sana porque fue la mujer garrovillana, – toda color y honor -, bandera enhiesta. Garrovillas, 4 de febrero de 1954 UNO DEL PUEBLO»

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