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—Vine por el trabajo de

#107365
P pereira
Miembro

—Vine por el trabajo de mozo que han anunciado en el periódico.
—¿Sí? —Lana Lee contempló las gafas de sol—. ¿Tienes referencias?
—Un policía me dio una referencia. Me dijo que sería mejó que me consiguiera enseguía un trabajo remunerao —dijo Jones, y lanzó un chorro de humo hacia la barra vacía.
—Lo siento. No queremos gente que tenga problemas con la policía. No van bien en un negocio como éste. Tengo que proteger mi inversión.
—Yo no tengo antecedentes, en realidá, pero, claro, empezarán a chincharme diciendo que no tengo ningún medio visible de vía. Eso me dijeron —Jones se retiró al interior de una nube en formación—. Pensé que quizá el Noche de Alegría querría ayuda a alguien a convertirse en miembro de la comunidá, ayuda a un pobre chico de coló para que no le metan en la cárcel. Yo mantengo alejao el piquete, le puedo da al Noche de Alegría una buena puntuación en lo de los derechos civiles.
—Basta de tonterías.
—¡Eh! ¡Cómo, jo!
—¿Tienes alguna experiencia como mozo de bar?
—¿Qué? ¿Barré y limpia el polvo y toa esa mierda de negro?
—Cuidado con lo que dices, chico. Esto es un negocio decente.
—Demonio, eso lo hace cualquiera, y más si uno es de coló.
Llevo varias semanas —dijo Lana Lee, con súbita gravedad de director de personal— buscando al hombre idóneo para este trabajo.
Luego metió las manos en los bolsillos del abrigo de cuero y clavó la mirada en las gafas de sol. Aquello era un chollo, sin duda una especie de regalo caído del cielo. Un tipo de color al que detendrían por vagancia si no trabajaba. Tendría un mozo cautivo que trabajaría para ella por casi nada. Qué maravilla. Lana se sintió bien por primera vez desde que se había encontrado aquellos dos personajes ensuciándole el bar.
—Veinte dólares a la semana.
—¡Cómo! No me extraña que no encontrara al hombre idóneo. Pues sí. Oiga, ¿qué pasó con el salario mínimo?
—Tú necesitas un trabajo, ¿no? Yo necesito un mozo. El negocio va mal. ¡Enfócalo así!
—El último que trabajó aquí se debió morí de hambre.
—Trabajarás seis días a la semana de diez a tres. Si las cosas van bien, ¿quién sabe? A lo mejor consigues un aumentillo.
—No se preocupe. Vendré tos los días, haré cualquier cosa por evita que la poli me eche el guante —dijo Jones, echando más humo a Lana Lee—. ¿Dónde está esa jodia escoba?
—Una cosa que debe quedar clara es que aquí no se dicen tacos ni palabrotas.
—Sí, madame. No se preocupe, que yo no voy a causa mala impresión en un sitio tan fino como el Noche de Alegría. ¡Ca, señó!

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