Partiendo de la base que eliminaría todo juicio, incluso hacia uno mismo, en una sociedad enferma de juicios, prejuicios, evaluaciones y autoevaluaciones constantes, como si la vida fuera un exámen y como si el juicio fuera a cambiar la realidad. Más nos valdría aprender a aceptar las cosas como son, sin calificarlas. Pero ése es otro tema.
Yo solía juzgar. Solía creerme juez. Solía sentirme juzgado, y me molestaban los juicios de los demás. Poco a poco todo esto ha dejado de pasar, y aunque el trabajo ha sido mucho más profundo de lo que hoy propongo, si quieres limitar los juicios en tu vida, puedes empezar como lo hice yo jugando a juzgarme a mí mismo cada vez que un juicio a lo ajeno se asomaba por mi cabeza.
Rápidamente, el afán por juzgar a los demás desaparece.
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