Arroyo inmenso de agua clara
Entre los juncos te vi correr,
Pero un día te abandonaba
Jamás en la vida volveré a verte.
Fuente risueña de agua dulce
Donde se mira el tierno laurel,
Donde las horas los pajarillos
Cantan oculto su gran placer.
Molino Antonio de puerta ancha
Dando la vista al fiel corcel
Con sus naranjos de flores blancas,
Eres la gloria de mi placer.
Entre rosales y entre violetas
Eres paraíso bien celestial,
Donde el día yo me los paso
Regando plantas muy vegetal.
Y, en las orillas de tus riberas
Verdes álamos se ven crecer
A donde anidan los pajarillos
Que con su canto alegran mi ser.
Y, allá en lo alto de la colina,
Del vasto cerro del pedregal,
Bajo la sombra de aquella encina
Duermen mis vacas siesta ideal.
Y, mientras rumian, rugen y reposan
Yo, en el barranco atareado estoy
Sembrando plantas de hortalizas
De donde a mis hijos sustento doy.
Y, cuando mi cuerpo esta cansino
De aquel trabajo tan corporal,
Dulce contemplo a las chavalas
Tendiendo ropa en el tamujal.
Y, a veces envidio aquellos pinchos
Que yo tamuja quisiera ser
Que en mi tendieran los blancos paños
Aquellas manos de “Dulce mujer”.
Y, hoy me encuentro tan agobiado
Con los setentas dentro de mí
Y apartado en la distancia
De aquel arroyo que conocí.
Pero en mi mente todo refleja
Vida y pasión de juventud
De unos años que han pasado
Y tan solo queda la inquietud.
Adiós arroyo de agua clara
Adiós molino sin
Adiós naranjos, adiós laureles,
Fuentes y rosales y almendro en flor.
Adiós encina de sombra fresca,
Donde mis vacas no volverán,
Adiós chavalas de dulces manos
Tendiendo ropa en el tamujal.
Adiós les digo a todas la aves
Que alegraban mi corazón
Los ruiseñores y los jilgueros,
Mirlos y tórtolas, y al gorrión.
Adiós a la noria donde mi niña
Mas de dos veces llorando vi,
Porque el asno, no le tiraba
De aquel cilindro esclavo y ruin.
Y , aquí, termino la corta vida,
De aquel arroyo, que era mi ser
De aquella tierra, para mi, querida
Adiós le digo….con gran placer.
T. P. V.
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