Permitirme contar una historia poco conocida de dos rivales profesionales, uno catalán y el otro madrileño y además por cuestiones políticas en 1984 se volvieron enemigos, e incluso en sus contratos los por profesionales hacían constar que si estaba su adversario, él no fuera invitado.
En 1987 a uno de ellos le parareció otro enemigo muchas más implacable que su rival, el cancer, en este caso «la leucemia».
Su lucha contra la enfermedad fue muy sufrida, se sometió a varios y duros tratamientos, incluido un trasplante de médula ósea que le obligaba a viajar cada mes a EE.UU.
En aquellas condiciones no podía trabajar y a pesar de su razonable fortuna, los altos costos de viajes y tratamientos debilitaron sus finanzas.
Cuando su condición financiera fueron mínimas, se entera de la creación de una Fundación en Madrid cuya finalidad única era apoyar el tratamiento de Leucémicos.
Gracias al apoyo de La Fundación, el enfermo venció la dolencia y volvió a su actividad. Volvió a ser requerido y a recuperarse económica y profesionalmente.
Trató de asociarse a La Fundación, al leer los Estatutos, descubrió que el Fundador, Mayor Colaborador y Presidente de la Fundación era su «Enemigo profesional».
Posteriormente supo que la Fundación se había creado principalmente para atenderlo y que le iniciativa se había mantenido en el anonimato para que no se sintiera humillado por aceptar auxilio de su «enemigo».
De lo más conmovedor fue el encuentro de los dos; en una intervención del benefactor interrumpió en el escenario del hasta entonces «su enemigo» y humildemente arrodillándose a sus pies, le pidió disculpas y se lo agradeció públicamente.
El otro le ayudó a levantarse y con un fuerte abrazo sellaron el ínició de una gran amistad.
Los personajes son Placido Domingo y José Carrera.
A partir de aquel momento sellaron el inicio de una gran amistad y se les puede oír cantando en los escenarios «AMIGOS PARA SIEMPRE».
Esta es una Historia Real de Nobleza Humana y que debería servirnos de inspiración y ejemplo.
Salud,
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