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El derecho ‘a vistas’ de los balcones de Garrovillas enfrenta a los vecinos

https://www.youtube.com/embed/25dC_4veAzo?rel=0«Mi madre tenía crisis nerviosas antes y durante las fiestas de agosto. Entraban en su casa numerosas personas para ver los toros de la Plaza. Entraban de día y de noche. Tenía que abrirles la puerta, dejarles entrar al cuarto de baño, aguantar todas las molestias. A ella, que ahora tiene 84 años, esto le minaba la salud, y los hijos tuvimos que decir que no, que se terminaba con esa situación abusiva. No dejamos entrar a nadie en la casa a partir de 2003». Antonia relata la situación que se estaba viviendo en la casa de su madre por culpa de una tradición inmemorial que se mantiene en Garrovillas de Alconétar.

Esta localidad tiene un gran plaza mayor porticada que está considerada entre las diez más hermosas de España. Las personas que viven en ella disfrutan de este ejemplo de arquitectura rural de la alta Edad Media, pero muchas también tienen que aguantar una tradición peculiar: al llegar las fiestas de agosto, tienen que dejar entrar en su casa a personas que han heredado el derecho a ver las fiestas de la plaza desde las ventanas o balcones de casas que no son suyas. Muchas se han vendido con derecho ‘a vistas’.

Esto ha originado numerosos pleitos entre los propietarios de las casas y los que disfrutan de la servidumbre, en gran parte porque se dan situaciones de abusos: los herederos son muchos y entran a la casa con familia y amigos.

«Antes de las fiestas venían con sillas y butacas – cuenta Antonia -, y luego, en un espacio de 3 por 4 metros cuadrados estaban hasta 25 ó 30 personas. No limpiaban lo que ensuciaban. Tampoco blanqueaban. Les ofrecimos comprarles su derecho, pero entonces no quisieron».

Al cerrarles el paso a los balcones, los herederos del derecho a contemplar las fiestas desde los mismos denunciaron a la propietaria de la casa. El juicio tendrá lugar el próximo 8 de febrero en el Juzgado de Primera Instancia número 7 de Cáceres.

El abogado José María Doncel Cervantes, que representa los intereses de la ocupante de la casa, comenta que hoy en día no tiene sentido mantener vigente este derecho, «si estas servidumbres se perpetúan en el tiempo con carácter ilimitado -explica-, y un padre la trasmite a sus cinco hijos, cada uno de estos a todos sus hijos a su vez, y así sucesivamente, con el tiempo nos encontraremos con que el derecho, cada vez más fragmentado, lo tienen multitud de personas, que a su vez pueden invitar a otras personas, perpetuamente, lo que haría el derecho irrealizable dada la limitación de espacio de una terraza».

Afirma que este problema ha originado un enfrentamiento personal, entre numerosos propietarios de viviendas y los titulares de las servidumbres, «durante las fiestas las casas se llenan de gente, a veces ebria, enfrentada entre si, y sin saber muy bien ni las autoridades ni nadie cuál es el limite a estos derechos. ¿Tendremos que esperar a que ocurra alguna desgracia para actuar? ¿Quién será responsable de ello?».

Esta situación puede cambiar a raíz de una novedosa sentencia que firmó el pasado 14 de enero el magistrado Francisco Matías Lázaro, titular del Juzgado número 2 de Cáceres. En ese tribunal se discutió sobre la servidumbre de los balcones de otra casa de la plaza de Garrovillas, en la que vive una mujer mayor, de 78 años, que hacía unos cinco años había comprado la vivienda, y se encontró que en las fiestas de agosto se presentaban varios vecinos con sillas para adueñarse temporalmente de las ventanas. El juez toma una decisión que podría decirse salomónica: reconoce el derecho de servidumbre, pero declara que la propietaria de la casa tiene facultad para anular la servidumbre pagando por cada ventana un precio que rondará los 20 euros por ventana. La sentencia es firme.

Ha representado a la dueña de la casa su nieto, el abogado Aitor Macías Perianes, que comenta que se ha terminado con una situación injusta, «mi abuela compró la casa y desconocía que tuviera esa servidumbre». Con esta sentencia han visto el cielo abierto muchos propietarios de casas de la hermosa plaza de Garrovillas de Alconétar.

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